viernes, marzo 19, 2021

Parisina

En la sonoridad de la noche acontecen peculiaridades cósmicas de un distintivo satín.
Pretensiones sigilosas envueltas en gráciles transparencias de marfileado batista. 
Concupiscencias cordialmente declaradas en tonos de azul mezclilla. 
Ondulaciones suaves y brillosas de nuestras mentes de tafetán. 

Y me rendiría para siempre por tocar el cielo de georgette en urdimbre de seda en entramados de calicó, donde la vida nos supera y nos cubre con su manto vertiginoso de cheviot. 
Tras la lucha en contra de las olas belicosas de este mar de corduroy 
terminamos rendidos en las tersas y asoleadas playas de franela de nuestras almas. 

Nuestras miradas entrecruzadas de organdí, en cada susurro de cada despertar 
brocadas en plata, jade, avellana y carmesí. 
Los cuerpos de nuestros tiempos recubiertos en interminable satín 
separados por gráciles y coralinas organzas que ilusionan distancia. 

En los caminos de modal, entre los bosques de hayas 
te encuentro frecuente y contenta,
luciendo tu gabardina de popelina. 
En medio de esta afelpada, frecuente y dehiscente nevada cartesiana,
te saludo brevemente, 
y me despido acomodándome mi sombrero de felpas; 
solapado para siempre entre los matices grises del punto imperial.

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