Me desperté con la certeza
de que mis alas ya sabían volar;
un latido me anunció sin palabras
que mi corazón está dispuesto a amar.
La luz que acarició mis párpados
despertó la primavera en mi pecho;
descubrí que el miedo se había dormido
y el deseo de compartir mi vida creció.
No hay cadenas que detengan
este anhelo de entregarme entera;
con las ventanas del alma abiertas,
percibo el horizonte donde florece la espera.
Ahora mis pasos son firmes,
el pulso de mis sueños retumba,
pues entendí que el amor llama
solo cuando estamos listos para su bruma.
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