Oh abejas, criaturas divinas,
que con laboriosa entrega
dais dulce néctar a la colmena
y al mundo, miel que ilumina.
Vosotras, ejemplo de constancia,
de la perfección en el trabajo,
laboráis sin pausa ni descanso
para crear vuestra dulce sustancia.
Vuestra labor es como un arte,
en el que cada celda es una obra,
en la que cada miel es un tesoro,
y cada enjambre es un corazón que late.
Oh abejas, maestras de la vida,
que con vuestra labor admirable,
nos enseñáis que el esfuerzo incansable
es la clave del éxito en esta vida.