sábado, mayo 13, 2006

pensamientos absurdos en una mañana lluviosa

Descansos en los pasillos donde la cotidaneidad nos amaga con preguntas absolutas de seres inexistentes que consuelan el materialismo con el que nos enfrentamos día a día en nuestro equidistante e inmaterial ser viviente, del que de pronto, en el momento menos esperado, nos damos cuenta que nos ha dejado, y deja vacíos los encuentros de soledad mundana y compresa en reductos innatos de juventudes malsanas y ansiosas de ver hasta donde pueden hoy sus ojos cerrarse, verse hacia adentro y comenzar el viaje nada formal a través de las venas, llegar al corazón y de nuevo empezar el viaje sin fin, monótono... aburrido.

Que aburrido ser sangre, pero que divertido viajar hasta la muñeca y encontrar esa cruz de luz recién hecha, sin costra alguna, un escape al tedio del ir, venir, salir y chapotear en la tina, en la piel, resbalar por brazos y piernas, sentir como la temperatura sigue bajando, bajando hasta que un frío de muerte se deja sentir.

Que fría es la libertad después de todo.

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