viernes, mayo 12, 2006

Impulsos

De como hacer hablar a mi silencio, de recordar esas palabras que fluían a través de mis dedos recreando mis peculiares humores y tumores. De eso no me acuerdo.

De la resonancia de mi ímpetu, del sentir latir mi corazón al hacer lo que me apasiona creer, crear y destruir. De esa ya casi no hay.

Érase que se era un niño, y luego un joven. Ambos en una isla al pasar el tiempo. La soledad buena amiga y consejera. Observar era hermoso, pero tocar era una tentación. ¿Quién le hubiera dicho al joven y al niño que tocar quema, y quemarse adicciona?

Hoy estoy aqui envuelto en llamas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buen cierre. Te recomiendo leer la columna de los lunes de Xavier Velazco (Diablo Guardián, 2003). No es el mismo estilo de escritura pero sí de temas.